sábado, 24 de mayo de 2008

El bosque de Amalae

Era un día apacible, cielo azul sin nubes y algo de calor, pero una temperatura agradable. Decidí bajar de mi compañera Petra, mi bicicleta. Me gustaba caminar a su lado mientras disfrutaba de los paisajes como el que acababa de encontrar. Había llegado, sin quererlo, a un bosque que no parecía acabar en lo que mi vista alcanzaba a ver. Árboles centenarios, floridas hierbas, y un río a lo lejos al que me dirigí para refrescarme un poco. Momentos como esos hacían pensar, sin duda alguna, que mi salida de Santiago tenía más sentido que nunca, una libertad como aquella, es única y la pensaba disfrutar al máximo.

Decidí reposar unos minutos debajo de uno de aquellos frondosos árboles.

- Querida petra, si hemos llegado hasta este lugar tan hermoso, ¡cuánto más nos queda por ver! – dije mirando al cielo y apoyando mi espalda en aquel tronco tan enorme.

De repente, escuché un ruido que hizo incorporarme.

- ¿Hay alguien ahí? – pregunté en voz alta.

No obtuve respuesta. Me dirigí hacia unos matorrales donde visualicé algo de movimiento. Miré hacia el lugar donde había dejado mi “campamento”, y me dije a mi mismo que no pasaría nada si me adentraba un poco más en el bosque. Caminé hacia su interior, encontrando algo de dificultad debido a la cantidad de foresta que había, pero me divertía tanto la sensación de inquietud y aventura que sentía, que seguí adelante. De nuevo escuché algo.

- ¿Hola? – dije de nuevo gritando.

Entonces pude ver como una cabecita pequeña asomaba entre algunas flores. Era una chica rubia con una cinta dorada en su pelo. Tan luminoso era su cabello, que apenas dejaba verle el rostro. Por lo que pude visualizar, sus ojos eran extraños, quizás por su tamaño, mucho más grandes que su nariz, pequeña y puntiaguda, y su boca, se me antojaba como una fresa partida en dos por tenerlos de un rojo grosella intenso. Me di cuenta que estaba paralizado. ¡No podía moverme y no sabía que hacer! En ese instante esta chica, o lo que parecía serlo, se incorporó de un salto. ¡Era altísima, al menos dos metros! Decidí quedarme quieto y esperar una reacción por su parte. Y así fue, me sonrió, entonces sentí una sensación muy extraña. Fue como si una paz me llenara el alma y el cuerpo se me relajó al instante. Le devolví la sonrisa. No podía apartar mis ojos de ella, era como si una atracción incontenible me llevara hacia donde estaba. Sin darme cuenta, estaba caminando en su dirección, no podía evitarlo, ¡quería tocarla, mirarla más de cerca! Ella continuaba sonriendo. Cuando estaba a tan sólo un metro de ella me paré y un aroma a jazmín y menta inundó mi olfato. Aspiré con fuerza cerrando los ojos y dejando que mi cuerpo se relajara aún más. Antes que pudiera abrir los ojos, sentí una gran calidez en mi cara, era su mano, me acariciaba y observándome con esos grandes ojos, torció su cabeza y me habló:

- Vienes de muy lejos. El universo te ha traído hasta aquí. Bienvenido a mi bosque. Mi nombre es, Amalae – dijo con una voz armoniosa y musical.

- Hola, Amalae – dije – Mi nombre es Canéfano. ¿Cómo sabes que vengo de un lugar lejano?

- Siempre sé de aquellos que son elegidos para visitarme – respondió.

- ¿Por qué he sido yo elegido? – le pregunté.

- Porque representas el don más preciado que un ser humano puede tener – afirmó.

- ¿Y cuál es ese don? – pregunté de nuevo.

- El saber descubrir y disfrutar de las pequeñas cosas que te da la vida – me dijo mirándome fijamente.

Sonreí. Me sonrió. Y como si de un niño pequeño se tratase alargué mi mano hacia ella buscando la suya, la tomó con dulzura y comenzamos a caminar juntos adentrándonos más en el bosque. A nuestro paso, los colores se intensificaban. Las hojas verdes se veían como esmeraldas brillando entre los rayos solares, las flores parecieran que aumentaran su tamaño y olor, como si cada una de ellas quisiera coqueta mostrarse más hermosa que ninguna, y el río, tomó un aspecto casi de ensueño, con aguas que parecían cristales en tonos verdes y azulones. Entonces me di cuenta que Amalae me estaba observando.

- ¿Ves? – dijo ella - sabes apreciar cada detalle. El color, el olor....pinceladas de un cuadro que si sólo lo observas de lejos, no podrás disfrutarlo igualmente que sí permites a todos tus sentidos captar cada esencia, porque es precisamente esa esencia la que te llevará por la senda de lo inesperado. La monotonía, es el camino de los necios.

¡¡Ella podía saber que estaba pensando, qué estaba viendo, sintiendo....!! En verdad poco me importaba. Solo quería seguir a su lado y caminar junto a ella. Cuando dejamos atrás el río, llegamos a una pared de grandes rocas. Soltó mi mano, cerro sus ojos y alargó sus brazos. Entonces ocurrió algo increíble, el suelo empezó a temblar bajo mis pies, y como si de una gran puerta se tratase, se abrió un hueco en la pared desde donde salió una luz que me cegó totalmente.

- ¡¡Sigue hacia delante!! – logré escuchar.

- ¡¡No puedo ver!! – contesté.

- Utiliza tu intuición - me respondió Amalae.

Caminé con algo de miedo, pero sabía que podía confiar en ella. Sin apenas ver lo que tenía delante de mí, puse un pie delante de otro. Sentí una brisa cálida en mi cara, entonces pensé que iba por buen camino. Unos segundos más tarde, comencé a vislumbrar algo. No sabía muy bien que era, o si mi imaginación estaba jugando conmigo....A medida que me acercaba podía ver con más nitidez. Busqué a mi alrededor a Amalae, pero no estaba. Entonces, unos metros más adelante visualicé lo que parecía una especie de mirador. Era de tal belleza que incluso me emocionó, ¿o mi emoción se debía quizás porque me era familiar? Era de mármol blanco, tenía incrustadas preciosas piedras de diferentes colores que brillaban en diferentes tonos y hermosas flores y plantas adornaban su alrededor. De repente en el centro apareció la figura de un hombre. Se encontraba de espaldas y cuando me acerqué un poco más, descubrí que estaba pintando un cuadro. Me quedé mirándole y sin saber que hacer pues no quería interrumpirle.

- Acércate – dijo una voz que me pareció conocida.

Obedecí y caminé hacia él hasta que estuve a su lado. Era un hombre cuyo rostro me resultaba familiar, aunque no sabía muy porqué ni encontraba explicación alguna a lo que estaba sintiendo.
- Hola Canéfano – dijo al parar de pintar y me miró.

- ¿Me conoces?, ah! Amalae te ha hablado de mi ¿verdad? – le pregunté.

- Ama...¿qué?. No conozco a nadie con ese nombre. Y sí, te conozco, al igual que tu a mi. Soy Suso – sonrió y continuó su pintura.

Quise volver a preguntar, pero decidí no hacerlo. Concentré mi atención en el cuadro que estaba pintando. Daba pinceladas aquí y allá y de repente me di cuenta. ¡¡Era yo, estaba en ese cuadro!!.
- Ese soy yo. ¿Porqué? ¿Cómo?.... No entiendo nada – dije mirándole con cara extrañada.

- Sí eres tú. Cuando recuerdes quien soy sabrás porque estás en mi cuadro – me contestó.

Comencé a pensar y a intentar recordar quién era aquel hombre. Sus rasgos me eran familiares, su voz, sus manos, la pintura, el color, el olor....

- Oh!! Yo...entonces...- no sabía como decirlo, ni siquiera sabía si tenía explicación.

- Así es, yo te he creado. Tú eres una parte de mí y he querido siempre mostrarte en mis cuadros.

- Entonces, en verdad, ¿no existo? – contesté confuso.

- Si, eres mi yo interno. El que me permite mirar con los ojos de un niño, soñar con una imaginación interminable y vivir la vida apreciando aún más cada detalle. He de darte las gracias – y dicho esto me guiñó un ojo.

Entonces escuché un sonido....

- ¿Qué? ¿Dónde....? – grité.

Estaba de nuevo bajo aquel enorme árbol. ¡Me había quedado dormido!. ¡Todo había sido un sueño!. Me incorporé y miré a Petra. No faltaba nada. Al contrario, algo destacaba que antes no estaba. Era una especie de rollo alargado rodeado con una cinta dorada. Lo recogí del suelo y me vino un olor a jazmín y menta, ¡qué extraño!. Procedí a ver su contenido. ¡El cuadro que pintaba en mi sueño Suso!, y ahí estaba yo...

Miré a mi alrededor y de repente me eché a reír, carcajadas de felicidad salían de mí, y gritando dije:

- ¡Gracias Amalae por mostrarme el camino! ¡Gracias a ti Suso, por haberme elegido! ¡Gracias! ¡Gracias!.

Tirándome en la hierba continué riendo disfrutando del azul del cielo, del olor de las plantas y del cálido aire de primavera que lo inundaba todo de jazmín y menta....


Vídeo-art realizado por Xavier Belho

7 comentarios:

josé javier dijo...

Bello relato, Monik. Te he encontrado al ir de acá para allá y estoy seguro que seguiré tu rastro. J.J.

Oteaba Auer dijo...

Bonito relato y estupendo vídeo el de Xavier. Aunque el principal motivo, es para felicitarte por como has currado para el Certamen y por el éxito obtenido, anoche...con o sin chiqui-chiqui
Tuviste una buena idea. Admiro a quien las tiene y si además tiene la constacia o tesón de llevarla a cabo ...¡chapeau!
Por cierto, a pesar de que la anfitriona se ausentó, nos quedamos unos cuantos echándonos unas risas...
Supongo que los Reyes Magos te escucharon:)..yo tendré que esperar al 6 de enero ):
Besos

Monik dijo...

Muchas gracias Jose Javier!! Serás bienvenido siempre que quieras!!

Ote!!! No me des las gracias. Gracias a ti por tu parcipación y tu presencia en el evento...muackssss

Seguro que los Reyes Magos también te concecerán deseos (incluiré una "posdata" en mi carta para que se te cumplan antes del 6 de enero ;)

Besos enormes!!

Anónimo dijo...

De nuevo felicitarte por este relato q da una dimensión al vídeo muy interesante. Seguiremos trbajando en la idea. Dentro de poco habalaremos. Besos.

Monik dijo...

Gracias anajimandro...hablamos prontito seguro!! :)

Yak dijo...

No imaginaba un relato de esta dimensión bajo el marco "coolhunter", imaginaba moda, tema de que a veces escribo.
Pero me gustan los relatos y este me ha gustado especialmente!!!

Monik dijo...

Bueno yak, se pueden captar tendencias, como digo en mi presentación, de una obra de arte, de un cuadro, de un vestido, de un relato....;)

Gracias por tu visita!!